La práctica de la actividad física regular produce beneficios físicos bien conocidos, así como beneficios de tipo psicológico que cada vez se conocen más.
Las entidades responsables de los programas de intervención social deben tener en cuenta este aspecto, asesorados por especialistas.
Por otro lado, los responsables de centros donde se practica actividad física -como los gimnasios, clubes de recreo u otros- pueden mejorar la calidad de su oferta incorporando el control de las variables psicológicas que afectan a dicha actividad.