Uno de los grandes boxeadores españoles, defendiendo un título internacional, mientras que se vendaba las manos empezó a darle vueltas al combate y por los motivos que fueran, entró en una espiral de autodiálogo poco productivo.


Llegó el momento en el que cada vez estaba más tenso, blanco y dijo al entrenador, “maestro, no puedo, tengo miedo”. Su entrenador, una de las principales figuras en este mundo muy calmado le dijo “es normal tener miedo, cualquier persona que fuese a subir ahí lo tendría… ¿pero sabes que? Tú no eres cualquier persona. Tu ya has estado ahí y has salido victorioso. Llevas meses preparándote este combate. Hemos estudiado juntos a tu rival y sabemos cuáles son sus armas. No debes subir con miedo, sube con respeto”.

Los deportes de contacto tienen una particularidad que los hacen diferentes de otras disciplinas. Hay muchos deportes en los que el deportista, aunque pueda entrenar amparado por un grupo, a la hora de la verdad debe enfrentarse solo al campo o a su rival. También es verdad que en muchos deportes de alguna manera puede peligrar tu integridad física con riesgo de lesión por una entrada mal calculada, un empujón o incluso algún que otro golpe “disimulado”.


No debes subir con miedo, sube con respeto

 

En las artes marciales y deportes de contacto se dan estas situaciones, pero lo que hace que sean diferentes es que en esta ocasión tu rival no quiere robarte un balón con más o menos agresividad o llegar antes que tu a un punto ganándose el puesto a codazos,… lo que quiere es golpearte la cara, torso, abdomen y todo aquello que le haga ganar puntos para conseguir la victoria. En función de la modalidad deportiva la contundencia del golpe será mayor o menor, pero no podemos engañarnos, la realidad de la que se parte cuando se trabaja con un deportista de este tipo es que se va a enfrentar a una situación en la que su oponente gana puntos por poner en peligro su integridad física.

En esta parcela, la autoconfianza es una variable psicológica fundamental para el rendimiento. Al final el deportista se encuentra solo en el tatami o ring y el conocimiento real de las dificultades a superar, de sus propios recursos y de que manera puede aplicar las estrategias más útiles entre las disponibles para poder sacar el máximo partido del propio esfuerzo, es fundamental para poder enfrentarte al rival.

La autoconfianza es algo que se debe desarrollar con paciencia en el gimnasio, con una adecuada planificación de retos realistas que vayan proporcionando al deportista sensación de competencia. Estos ejercicios deben estar destinados a que el deportista aprenda a reconocer las herramientas de las que dispone, las situaciones en las que son necesarias y a cómo sacarles partido. Cuantas más herramientas tenga y  en más situaciones sepa utilizarlas, más fuerte será la autoconfianza del deportista y más posibilidades habrá de que utilice en la competición todos sus recursos.
…comentarios de ánimo son completamente inútiles en el momento en el que te enfrentas a tu rival y recibes un primer golpe

Momentos antes de la competición no es momento para trabajar la autoconfianza. Comentarios del tipo “vamos que tu puedes”, “a ese te lo comes tu” que se usan popularmente para infundir ánimos son completamente inútiles en el momento en el que te enfrentas a tu rival y recibes un primer golpe. Recordatorios antes de comenzar de situaciones similares de las que ha salido exitoso, problemas que pueden surgir para los que tiene recursos para superar, son las verdaderas píldoras de ánimo que debe dar un entrenador.

El boxeador ganó ese combate y defendió el título unas cuantas veces más. Las palabras de su entrenador en ese momento fueron claves para subir al ring en las condiciones necesarias en las que poder desarrollar su boxeo.