Foto Gestión del Éxito y del FracasoComo ya explicamos en otros artículos, una de las tareas más difíciles que se le plantea al  entrenador de deportistas jóvenes, es que aprendan a aceptar los éxitos y los fracasos en los partidos como parte de su proceso de aprendizaje y formación como futbolistas. Esta misión se hace mucho más complicada con equipos que siempre o casi siempre ganan o los que siempre o casi siempre pierden, al no existir un equilibrio razonable entre las victorias y las derrotas.

En este tipo de situaciones, es prioritario que el entrenador invierta tiempo y esfuerzo en la preparación psicológica del equipo, para conseguir que sus jugadores tengan un estado psicológico óptimo tanto colectiva como individualmente, logrando así su máximo rendimiento. El entrenador deberá tener en cuenta la influencia que ejercen variables psicológicas claves como la motivación, el estrés o  la autoconfianza, para manejarlas en la dirección apropiada y lograr que sus jugadores tengan el estado de alerta que les permita esforzarse y luchar en cada momento, con la intensidad necesaria, para conseguir los objetivos marcados, superando las dificultades.

Cuando el entrenador observa que el equipo tras varias victorias seguidas o al encontrarse entre los primeros puestos de la clasificación, se encuentra poco motivado, muy relajado y con un exceso de confianza antes de jugar partidos supuestamente “fáciles”, debe intentar aumentar su motivación y que obtengan el nivel de activación óptimo que propicie que estén alerta, se esfuercen, tomen buenas decisiones, reaccionen a tiempo etc. Para lograrlo puede establecer “objetivos desafiantes”, muy concretos y bien definidos, a nivel colectivo e individual, que despierten el interés, la concentración y la cooperación de todos y cada uno de los miembros del equipo para poder conseguirlos, por ejemplo puede pedirles poner en práctica una determinada táctica en defensa y/o en ataque, que requiera conductas de esfuerzo, concentración y trabajo en equipo para ayudar y apoyar al compañero, contraataca, hacer relevos, presionar, buscar espacios, bajar a defender etc.

También es importante que controle “las expectativas de éxito” con el fin de debilitar el exceso de confianza, para lograrlo puede destacar las posibles dificultades del partido y los puntos fuertes del rival, también recordar errores y fallos técnico/tácticos cometidos en otros partidos por falta de concentración y de tensión.

Cuando la situación es la contraria, es decir el equipo viene de perder varios partidos seguidos y se encuentra en las últimas posiciones de la clasificación, el entrenador debe ser realista y analizar objetivamente las posibilidades del equipo de cara a los próximos partidos, centrando la atención y el esfuerzo de sus jugadores en lo que pueden hacer, lo que depende de ellos, estableciendo “objetivos realistas” a nivel individual y grupal, que se puedan alcanzar realizando las acciones adecuadas y muy concretas que marca el entrenador, por ejemplo tras la pérdida del balón en ataque, bajar a defender, presionar y cerrar huecos. De esta forma el equipo tendrá mayor sensación de control independientemente del resultado, potenciándose la motivación y fortaleciéndose  la autoconfianza.

También es primordial reforzar el espíritu de equipo, haciendo hincapié en la responsabilidad individual de cara a lograr el rendimiento grupal, que todos y cada uno de los jugadores se sientan importantes y necesarios, percibiendo que participan activamente en la consecución de los objetivos del equipo, aportando lo mejor de sí mismos. Así el entrenador logrará motivarlos para que hagan el sobreesfuerzo necesario y tendrán claro que si hacen bien su trabajo, ayudando y apoyando a sus compañeros cuando lo necesiten, ellos harán lo mismo y el equipo saldrá beneficiado independientemente del resultado.

Para poder gestionar bien el éxito y el fracaso de un equipo, es fundamental que todos los jugadores en los entrenamientos y antes del partido tengan claro su rol y sepan con certeza lo que el entrenador espera de ellos en cada momento, además deben  sentir que lo que depende de ellos y pueden controlar “su ejecución” está siendo evaluada, así estarán más motivados por mantener el estado de alerta óptimo, durante todo el partido, vayan ganando o perdiendo por mucho o por poco. De esta forma el entrenador podrá lograr el máximo rendimiento del equipo y de cada jugador, propiciando que predomine la sensación de control y evitando el acomodamiento.

Artículo publicado en la revista de fútbol base El Don del Gol